Seguro que habéis oído hablar alguna vez del Mindfulness o incluso, igual pertenecéis a la comunidad de personas en el mundo, que lo practica. Pero para quien no tenéis, aún, muy claro a qué se refiere este concepto os cuento un poquito sobre su definición y origen. Muchos me dicen, ah! ya sé, Patri, ya sé lo es, y me dicen, es respirar y atender al presente, qué fácil, eso ya lo hago.
Bueno, no quiero decepcionar a nadie, pero lejos de ser una buena idea, la practica de la atención plena es más que eso, es un estilo de vida, una forma de afrontar los retos y dificultades que nos presenta la vida.
La práctica continuada de mindfulness nos lleva a tener una mayor comprensión de quienes somos y de cómo podemos vivir mejor. Su aprendizaje aumenta nuestra conciencia sobre la realidad , nos hace conocer más cosas de las que sabemos y aceptar, al mismo tiempo, que no lo sabemos todo. Nos hace aprender a vivir de manera consciente y auténtica, enfrentándonos a los cambios y retos que se nos presentan, de manera que la vida siga fluyendo.
La palabra mindfulness es inglesa, como sabéis, y es una traducción de “sati”, palabra que en pali (la lengua que hablaba Buda) significa: prestar atención para ver las cosas tal y como son. Bueno es mucho más, pero en este post no os lo voy a contar. Si quieres saber más, en la primera sesión de Mindfulness lo tratamos. Es decir, procede de la tradición budista, pero podemos decir que a día de hoy, actualizada a nuestros tiempos y nada que ver con una religión, ya que cuenta con más de sesenta años de evidencia científica sobre los beneficios de su práctica para cuerpo y mente. (Podéis leer los trabajos del Doctor Herbert Benson en: https://bensonhenryinstitute.org/about-us-dr-herbert-benson/).
Su práctica en el trabajo, a nivel individual o grupal, hace que las empresas aumenten su rentabilidad y productividad, además de ser una técnica muy indicada para afrontar el estrés y la ansiedad, por lo que, como herramienta, es muy bien acogida en los Departamentos de Recursos Humanos. En la oficina, nos ayuda a afrontar el estrés, trabajar bajo presión, potenciar nuestras capacidades cognitivas y a ser más creativos.
Nos permite tener una mente activa y más flexible. Ayuda a optimizar las funciones cerebrales como la memoria de trabajo, la toma de decisiones o estar más concentrados y atentos. Con su práctica retrasamos en envejecimiento cerebral. Además, en estado meditativo se reduce el tamaño y la actividad de la amígdala, región del sistema límbico que está relacionada con el miedo y la ansiedad, con lo que mejora nuestro bienestar a todos los niveles. (Estos beneficios son resultado de una práctica de al menos ocho semanas de entrenamiento).
Pues bien, si os animáis a ir empezando su práctica no dudéis en consultarme y os recomiendo por dónde empezar. Antes os dejo aquí, unos sencillos ejercicios introductorios de su práctica que podéis hacer desde vuestra silla en el trabajo.
Primer Ejercicio: La respiración es algo que sólo prestamos atención cuando nos falta y es cuando nos damos cuenta de lo vital que es para nosotros. Te invito a que desde tu lugar de trabajo te tomes unos minutos para centrar tu atención en la respiración. Cierra los ojos y empieza a inhalar y exhalar lenta y profundamente. De manera que lleves el aire hasta tu estómago y lo expulses de nuevo por la nariz, siendo consciente del recorrido que hace el oxígeno cuando entra en tu cuerpo y cuando sale. Repítelo cuatro veces, centrando tu atención en el movimiento armónico de la respiración, en los movimientos de tu abdomen y estómago, en cómo se relajan tus hombros, brazos y manos con la respiración profunda. Si no es suficiente con cuatro veces, sigue un poco más.
Segundo Ejercicio: En tu descanso, si comes o bebes algo. Centra tu atención en lo que vas a comer o beber activando todos los sentidos. Si por ejemplo, tomas una taza de café: toca la taza caliente, huele el café, mira su color y saboréalo despacio.
Tercer Ejercicio: Si puedes levantarte de tu sito e ir fuera a un lugar más tranquilo, tomate un minuto para cerrar los ojos y darte cuenta de cómo el sol y el aire tocan tu cara y tu cuerpo y escucha los sonidos del ambiente. Por ejemplo: Cierra los ojos, respira lentamente y centra tu atención en cómo el aire toca tu cara, el sol te calienta la frente, la nuca, el estómago y escucha cómo se mueven las ramas de los árboles, a los pájaros, el tráfico, etc.
Cuarto Ejercicio: Sentado en tu silla fíjate en algún objeto de tu mesa. Su textura, forma, color, dimensión, origen y fin. Este ejercicio te permitirá mejorar la concentración cuando retomes lo que estabas haciendo.
Quinto Ejercicio: Este ejercicio es para ser consciente de tus pensamientos y bajar el ritmo. Cierra los ojos y escucha qué te está diciendo tu mente, qué te preocupa, en qué piensa y haz caso primero a un pensamiento y luego a otro. El estrés aumenta cuando queremos hacer dos cosas a la vez y existe una lucha. La autoexigencia nos lleva a esa situación. Primero el uno y luego el dos, cometemos menos fallos y desempeñados mejor el trabajo.
Espero que os haya servido para abrir boca.
No estáis solos,
Vamos!